Sunday, May 29, 2022

¡ASÍ SON LAS MADRES!

Aunque los hijos ya sean adultos, las madres siempre se preocupan por ellos.

Una tarde de hace muchos años, una madre me contó esta anécdota. 

La luz

Era lo convenido. La luz en la pared del costado derecho del porche de entrada se mantendría encendida, mientras él, el hijo, estuviera fuera. Cuando él volviera a la casa, después de esas veladas divertidas, pasadas con los amigos, o tocando con los de la banda o, simplemente, paseando con alguna muchacha, él debía apagarla. Así era el trato. De esta forma, la madre, con solo descorrer las cortinas de su dormitorio, sabría que él ya había regresado. Hasta entonces, podría ella realmente conciliar el sueño que –mientras la luz estuviera encendida–, únicamente lograba a ratos, y algunas veces, poblado de desconcertantes pesadillas.

Nada había indicado esa tarde que la noche iba a resultar tan distinta a todas las otras. Como siempre, la familia cenó junta intercambiando comentarios cotidianos. El mundial de fútbol, lógicamente, fue el fuerte de la conversación. A eso de las nueve, los padres se despidieron para ir al cine. Cuando regresaron, vieron la luz encendida. Era la consigna: él, el hijo, había salido. 

La madre sonrió. Le gustaba que su hijo, tan dedicado a su profesión -porque a todo esto, él ya era todo un médico-, saliera a distraerse como cualquier joven de su edad, y le gustaba cómo él cumplía el acuerdo de “la luz”.

Con esa tranquilidad se quedó dormida, pero su subconsciente, siempre alerta, la despertó. 

La luz le hirió las pupilas aun antes de levantarse a descorrer la cortina. El corazón le dio un vuelco. ¡Él no había regresado! Miró el reloj, ¡las cuatro de la mañana!

¡Jamás se había quedado fuera tan tarde!

Pensó en despertar al esposo, pero lo vio tan plácidamente dormido que no tuvo valor. “Que descanse”, pensó, “que a lo mejor nos espera un día terrible.” 

Fue al baño y se refrescó la cara con agua fría. A propósito, se tardó lo más que pudo antes de volver a descorrer la cortina, aunque sabía perfectamente que la luz seguía encendida. Se recostó sobre la cama y cerró los ojos, “vuelve ya”, rogaba en sus pensamientos, “vuelve ya, por favor...”.

El ruido del motor de un auto la hizo saltar. “¡Ya vino!, ¡alabado sea el Señor!”.  Se asomó a la ventana solo para ver al repartidor de periódicos que ya estaba haciendo su ronda diaria.

La desilusión la envolvió en un denso pensamiento pesimista. Pero, valiente como era, reaccionó rápidamente. “Ya sé”, se dijo. “¡cómo no se me había ocurrido antes! Voy a llamar a la muchachita que anda saliendo con él”.

—¡Aló!, ¡aló! Soy la mamá de Fulanito, perdona que te llame a estas horas, pero es que él no ha venido y estoy afligidísima.

La muchacha estaba totalmente dormida. Con voz apenas audible, dominada por el sueño, contestó: 

—Me vino a dejar hace mucho rato, no sé dónde estará.

Ya no quedaba otro remedio, tenía que despertar a su marido, pero le daba tanto pesar... Tuvo otra idea... tal vez el periódico traería la noticia del accidente... y podría averiguar todos los detalles... salió a recogerlo y al salir vio los dos carros, el de su hijo estaba estacionado exactamente en el sitio acostumbrado... él había regresado, no había tal accidente...

¡Él estaba en su cuarto! Ella se olvidó del periódico y dejó la luz encendida...

—Que la apague él mañana, después que le cuente toda la angustia que he sufrido... ¡Así no se le volverá a olvidar nuestra consigna!

Se pegó cuanto pudo a su marido y se durmió a pierna suelta.



La visita y otros cuentos - Versión bilingüe

Para escuchar la narración acciona el siguiente vínculo:








  Cuenteros & Company 
   Noche de narraciones durante el Festival Internacional de Narradores 
                                             

"HOMBRES Y MUJERES QUE HAN CREADO EL VALEROSO ESPÍRITU LEONÉS" --TERCERA ENTREGA.

 Las ciudades, como los seres humanos, tienen fisonomía y espíritu, características que generalmente identifican a quienes crecen en ellas m...