Tuesday, October 26, 2021

REVIVIENDO LOS HECHOS - Por Gina Sacasa-Ross - Un cuento de ultratumba y suspenso basado en un crimen real


Arboles de Coral Gables, Fl (Wikipedia)

El  automóvil llevaba más de una hora aparcado a la salida del cementerio. Sus dos ocupantes parecían estar esperando por algo.

 – ¡Es ella!  –Exclamó uno de los hombres. El termo de café casi resbalándosele de las manos.

Al otro (el encargado de conducir), se le heló la sangre, aunque de inmediato reaccionó y puso el coche en marcha. Podía avanzar despacio porque la ciudad aún no había despertado; un suave resplandor comenzaba apenas a elevarse sobre la parte este de Miami.

Repuesto del susto (el del termo) marcó un número en su celular.

–Ya salió del cementerio –informó. –Va sobre Tamiami Trail rumbo oeste avanzando a velocidad de trote.

En efecto, a pesar de la penumbra se percibía sobre la acera izquierda de la famosa Calle 8 en dirección a West Miami la silueta de una dinámica mujer. Aparentemente una de esas fanáticas de la disciplina física que anteponen el rigor del ejercicio por sobre la seguridad personal. Vestía pantalones cortos (probablemente de marca famosa) a juego con la ligera blusa que demarcaba un busto perfecto: ni muy grande, ni muy chico.

‘A lo mejor, made in Colombia, pensó el que manejaba el vehículo’.

– ¡Mujerón! –Comentó en voz alta con los ojos prendidos en el ritmo de las sólidas piernas de la sombra que se movían atléticas elevando los glúteos con cadencia.

– ¡Estás loco! –Masculló su compañero.

Mientras esto sucedía en la Calle 8, otros dos detectives instalados dentro de una mansión ubicada en el prestigioso vecindario de Coral Gables, se concentraron (luego que recibieron la llamada), en revisar minuciosamente cada detalle del sistema dispuesto con anticipación.

–Verifiquemos –dijo uno de ellos–: ¿Cámaras filmadoras capaces de capturar ectoplasmas?

–Instaladas  –Respondió el otro.

– ¿Luz infrarrojo que permita mayor definición?

–En posición.

– ¿Micrófonos?

–Colocados.

– ¿Medidor de fluctuación de campos electromagnéticos?

– Operando.

– ¿Qué piensa Rodríguez? ¿Cree que esta vez tendremos éxito?

–Todo indica. –Contestó el interpelado, terminando de calibrar uno de los aparatos. –El equipo de investigación ha trabajado arduamente durante un año perfeccionando este sistema y nosotros hemos seguido las instrucciones al pie de la letra.  Cada cámara, cada grabadora, cada micrófono está donde tiene que estar. No hemos escatimado esfuerzo.  Creo amigo que esta vez lo lograremos. –Dijo con orgullo.

Volviendo a la corredora. Esta, sin aminorar el paso, viró a la izquierda en el Boulevard Granada atravesando el imponente arco que marca la entrada a Coral Gables.

The City Beautiful  -como reza su logotipo-, lucia todo su esplendor esa madrugada justificando plenamente su sobrenombre. El tenue anaranjado del cielo iba rasgándose poco a poco para dar paso a un celeste tierno que apenas lograba asomar entre el follaje de los enormes árboles -tan frondosos, que sus ramas se entrelazaban de acera a acera formando arco. Multitud de pajaritos alojados en ellos entonaban cantos saludando al sol naciente.

Sin embargo, las mansiones del elegante vecindario permanecían silenciosas, ajenas a ese despertar, resguardadas de cualquier bullicio exterior que no fuera el rumor de las fuentes emplazadas en muchas de ellas precisamente con el propósito de acallar ruidos que turbaran el descanso de sus dueños.

Ahora la mujer se encontraba muy cerca de la casa en donde estaban los otros detectives… ¡Se dirigía a ella! Jadeaba ligeramente, el cabello se le notaba húmedo y a pesar de la banda que le rodeaba la cabeza el sudor le perlaba la frente. Con agilidad subió los escalones y cruzó la pesada puerta. 

El sensor TFM3C se disparó indicando la súbita carga en el campo magnético.  

Tanto los detectives expertos en monitorear el sistema de grabación dentro de la mansión como los dos que habían seguido a la mujer en el auto (ahora estacionado frente a la casa) moderaron profesionalmente su respiración en un esfuerzo por no perturbar el delicado proceso que estaba por llevarse a cabo.

Una vez en el vestíbulo la gimnasta practicó la rutina de enfriamiento (saltar en el mismo sitio) típica de los deportistas serios. A continuación, se encaminó al baño de visitas.

Justamente en el momento en que la mujer tomaba una toalla presionándola sobre su cabeza para secar el sudor, claramente se le vio darse vuelta como para enfrentar a alguien no esperado.

Las cámaras mostraron nítidamente la sorpresa en los ojos de ella…El temblor de miedo que la sobrecogió al comprender…El relámpago causado por la reluciente hoja del cuchillo antes de hundírsele en el pecho para luego aparecer más y más embebida de sangre cada vez que le penetraba la carne. ¡Que fueron muchas!

Viendo la atroz escena los detectives sentían escalofríos recorriéndoles todo el cuerpo; tenían la piel de gallina y los pelos de punta, pero gracias al exhaustivo entrenamiento adquirido en su profesión se controlaban para no perder la atención; de sobra sabían que lo que les interesaba, debía ocurrir en el próximo instante.

La mujer se desplomó herida de muerte más tuvo aliento para susurrar: "~~~~~~~, c o-mo pu-dis te"

Los investigadores palidecieron.

Las ondas se diluyeron…la figura de la mujer se esfumó.

Demudados, los hombres no podían aceptar el fracaso.  

– ¡Increíble, volvió a pasar, no logramos captar el nombre del agresor!  –Lamentaban.

–Tres años en esto. Tres años consecutivos en los que ella ha cooperado saliendo de su tumba para recrear los hechos en el aniversario de su muerte, y tres veces nuestros aparatos han fallado en el momento crucial.

Rodríguez fue el primero en reaccionar:

–No nos daremos por vencidos –dijo con voz desinflada.

Y, a manera de juramento de honor pronunció su compromiso: Si el año que viene ella vuelve, nosotros también estaremos aquí.  

Foto Wikipedia
 




      


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